Pinceladas de Asturias

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Ya han pasado 15 años desde que la rubia diese paso al euro.

p1980-82peseta1937Hace 15 años La rubia se acercaba, silenciosa y de puntillas, a sus últimas horas de vida. La peseta moría en la medianoche del 28 de febrero de 2002, para pasar el testigo al euro, de forma irreversible, tras más de 133 años de historia.

A partir del 1 de enero de 1999, el euro se convertía en la nueva moneda europea que, mediante un proceso de transición, sustituyó a todas las monedas nacionales de los países participantes en la Unión Monetaria Europea. El 1 de marzo de 2002 el euro, después de dos meses de convivencia con la peseta, del 1 de enero al 28 de febrero de ese mismo año, pasó a ser la única divisa válida en España.

La implantación de la moneda única en la llamada Zona Euro abrió la posibilidad de poder utilizar la misma moneda en cualquier país perteneciente a la Unión Monetaria Europea. No obstante, la adaptación a la nueva moneda supuso, sin duda, un gran reto para los doce países europeos que aceptaron integrarse en la Zona Euro. Por ello, para ayudar en la etapa de cambio a los castellano-manchegos, el Gobierno regional aprobó y llevó a cabo el Plan Regional de Transición al Euro.

Aunque el 28 de febrero de 2002 fue la fecha en la que la peseta dejó de ser moneda de curso legal, el 1 de enero de ese mismo año todos los ciudadanos pudimos empezar a efectuar nuestros pagos cotidianos con la nueva moneda, el euro.

Pero antes de esta fecha, existió una etapa transitoria, que se inició el 1 de enero de 1999 para fijar la conversión del euro en cada país participante.

En el caso de España, se trataba de establecer cuántas pesetas equivalían a un euro, una proporción que quedó fijada en 166,386 pesetas.

El tipo de cambio fijado por unanimidad de los Estados miembros que inicialmente adoptaron la moneda única fue obligatorio a partir del 1 de enero de 1999, fecha a partir de la cual se pudo utilizar el euro en las transacciones, a excepción de los cobros y pagos en efectivo, para los que se siguieron usando las monedas y billetes de cada país hasta el 1 de enero de 2002.

El 1 de septiembre de 2001 comenzó la distribución de monedas y billetes en euros para entidades financieras y grandes superficies comerciales y el 1 de diciembre para el resto del sector comercial y hostelero a través de las entidades financieras.

A partir del 15 de diciembre 2001, los ciudadanos ya podíamos conseguir euros en las entidades financieras por un importe equivalente a 2.000 euros persona, de manera que el 1 de enero de 2002 quedó ampliado el uso del euro a los cobros y pagos en efectivo, aunque la peseta siguió siendo válida como medio de pago en curso legal con pleno poder liberatorio, en cuanto una subdivisión del euro al tipo de conversión, hasta el 28 de febrero de 2002, momento en el que la peseta perdió su curso legal y sólo conservó, de momento, su mero valor de canje.

Por tanto, los poseedores de pesetas que quisieran emplear sus monedas y billetes en transacciones económicas, no tenía otra opción a partir de aquel momento que canjearlos por euros en los Bancos Centrales Nacionales y otras entidades financieras colaboradoras.

Además, a partir del 1 de julio, el canje de billetes y monedas denominados en pesetas por euros se empezó a llevar a cabo exclusivamente por el Banco de España.

Tras 130 años de historia, la peseta cotizó el 30 de diciembre de 1998 por última vez como moneda independiente en los mercados financieros.

El 31 de diciembre de ese mismo año, a las 11.00 horas, el Banco de España cerró sus ventanillas.

Dos horas después, el entonces vicepresidente del Gobierno de España, Rodrigo Rato, aceptó formalmente en Bruselas que la histórica unidad monetaria española se convirtiera en una fracción del euro. En ese momento, “el euro pasaría a sustituir a la peseta como la moneda del sistema monetario español”, recordó el día anterior en una nota el Banco de España.

La peseta se jubiló el 1 de marzo de 2002, tras muchos años de duro trabajo y de cambiar de mano continuamente.

Se acabó la peseta dando paso al euro, tras 134 años prestando sus servicios y después de haber dejado su cara a reyes y personajes de la historia y la política española desde 1868.

El 19 de junio de 2001 fue el último día que se fabricaron monedas en pesetas y unos meses antes, en noviembre de 2000, se había puesto fin a la fabricación de billetes.

Sin ser todavía moneda oficial, la primera pieza con denominación de “peseta” se acuñó en la Barcelona ocupada por las tropas francesas de Napoleón, siendo rey su hermano José I. En esta primera acuñación de la peseta figura en el anverso el valor nominal y en el reverso el escudo de la capital catalana.

Pero el nacimiento de la peseta como unidad monetaria tuvo lugar por Decreto del Gobierno provisional, formado tras el derrocamiento de la Reina Isabel II, el 19 de octubre de 1868, fecha en la que un decreto presentado por el ministro de Hacienda del Gobierno Provisional, Laureano Figuerola, estableció la peseta como unidad del nuevo sistema monetario español, basado en el sistema métrico decimal.

Hasta 1868 en España había varias casas de moneda o cecas (las de Sevilla, Segovia, Barcelona, Madrid, etc.) que daban servicio a todo el territorio nacional. En 1869 el Gobierno Provisional decide cerrar las casas de moneda y centralizar toda la producción existente en la de Madrid, núcleo de la que después sería la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda.

La primera peseta de curso legal se acuño en 1869 bajo la firma del grabador principal de la Casa de la Moneda de Madrid, Luis Marchionni, y figura el título de “Gobierno Provisional”, referido al Ejecutivo revolucionario encabezado por el general Francisco Serrano, y la representación de “Hispania”.

En su anverso figuraba una matrona, representación de “Hispania”, postrada sobre los Pirineos, con el Peñón de Gibraltar a sus pies y con una rama de olivo en la mano. En el reverso aparecía el escudo de España conforme había sido establecido por el Gobierno Provisional.

Esta peseta fue una moneda controvertida, pues carecía del nombre de la nación, pero meses más tarde se paró su fabricación cambiándose la leyenda por “España”.

Desde las primeras piezas de 1869 hasta las últimas pesetas acuñadas, las monedas han tenido diferentes valores, tamaños, metales o aleaciones de metales y distintos motivos en sus anversos y reversos.

En plena Guerra Civil, en 1937, nacieron las rubias, al cambiarse el metal de la peseta por una aleación de cuproníquel de color dorado. La imaginación popular otorgó el color rubio a la larga melena del retrato femenino que aparece.

El Gobierno de Franco acuñó nuevas piezas, pero mantuvo la peseta como unidad del sistema monetario. Las antiguas monedas de cobre (perra chica y perra gorda) fueron relevadas por piezas de aluminio de 5 y 10 céntimos. La unidad del sistema se acuñó en bronce (por eso se le llamó “rubia”) con el busto de Franco en el anverso, y se recuperó el duro, que se había dejado de emitir en plata en 1899. El duro empezó siendo de níquel y gran tamaño, pero lo acaparaban los industriales en los difíciles tiempos de la posguerra. Más pequeño, y en aleación de níquel y cobre, pervivió 40 años, para ser retirado en 1997.

Las monedas con la imagen del rey Juan Carlos I se comenzaron a acuñar en 1975. En 1980 se modificó el reverso con la leyenda “ESPAÑA 82”, conmemorativa del Mundial de Fútbol.

A partir de 1990 se impone una renovación tipológica en la que los motivos son diferentes cada año, excepto en las monedas de 1 y 500 pesetas, desarrollándose así la intención conmemorativa que empezó en 1980 con la serie del Mundial de Fútbol y rompiéndose la tradición de que en el anverso estuviera la efigie del gobernante y en el reverso el escudo de España, que fue cambiado por motivos alusivos a las comunidades autónomas y a manifestaciones artísticas y culturales. Desaparece el cobre y se fabrica exclusivamente en aluminio, convirtiéndose en una de las monedas más pequeñas del mundo.

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