Pinceladas de Asturias

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Terapia CAR-T axi-cel: primera innovación en 30 años en el manejo de un tipo de linfoma agresivo

Las terapias CAR-T han demostrado su eficacia. Hace unos años empezaron como estrategia terapéutica de rescate de ciertas neoplasias hematológicas contra las que no se disponía de un tratamiento efectivo. Con el paso del tiempo, poco a poco, ya no buscan ser esa última opción, sino una más en el arsenal terapéutico contra el cáncer. 

Sin embargo, los clínicos e investigadores tienen una ardua tarea por delante. Demostrar que una terapia cara es mejor, es decir, mucho mejor que las posibilidades actuales requiere tiempo (y dinero). Sin ser el foro habitual de la comunicación de los avances en Hematología, dado que esta especialidad médica tiene su propia cita anual promovida por la Sociedad Americana de Hematología (ASH), en el Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO) se ha dedicado una sesión especial el último día a las necesidades de las terapias avanzadas. 

Y en este simposio, a modo de late-breaking abstract (estudios que se presentan a última hora), se han hecho públicos los datos que demuestran que la terapia con células CAR-T autólogas anti-CD19 (en concreto la denominada axicabtagene ciloleucel) es la mejor opción como tratamiento de segunda línea en el linfoma difuso de células grandes B primariamente refractario o en recaída temprana después de una primera remisión completa. Hasta el momento actual, el tratamiento estándar de esta población de pacientes era la quimioterapia de rescate de segunda línea y la consolidación posterior con un trasplante autólogo de progenitores hematopoéticos; se adelanta, pues, la utilización de las células CAR-T a una segunda línea de tratamiento.

Anna Sureda, jefa del Servicio de Hematología y responsable del programa de trasplante de progenitores hematopoyéticos del Institut Català d’Oncologia-L’Hospitalet, en Barcelona, y una de las autoras del estudio ZUMA-7 que publica además hoy el The New England Journal of Medicine, explica que “aproximadamente el 60% de los pacientes con linfoma B difuso de células grandes (LBDCG) se cura con el tratamiento de primera línea. Este porcentaje depende en parte del grupo de riesgo en el que el paciente se diagnostique”. Por eso, precisa que “aquellos pacientes con más factores de mal pronóstico al diagnóstico tienen menores posibilidades de curación con el tratamiento de primera línea que aquellos pacientes que tienen un menor número de estos factores".

El  LBDCG constituye el 35% de los linfomas no Hodgkin y su incidencia aumenta con la edad. Se trata de un subtipo histológico agresivo que requiere de inicio de tratamiento rápido una vez se ha diagnosticado.

El trabajo presentado en ASCO y publicado en el NEJM asegura que “en el tiempo de seguimiento de unos 47,2 meses, axi-cel [el acrónimo de la terapia axicabtagene ciloleucel] como tratamiento de segunda línea para pacientes con LBDCG refractario o en recaída temprana demostró una supervivencia global significativamente más prolongada que la ofrecida por el tratamiento estándar”. 

Tener en cuenta que lo significativo aquí se traduce en la reducción de un 27,4% en el riesgo de muerte, lo que corresponde a una mejora relativa del 38% en la supervivencia global, a pesar de que el 57% de los pacientes que fueron tratados dentro del ensayo con tratamiento estándar reciben después terapia celular fuera del protocolo. Sureda apunta que “mientras que los pacientes incluidos en el ensayo clínico y tratados con axi-cel tuvieron una supervivencia libre de eventos de un 40% aproximadamente, ésta fue inferior al 20% en el grupo con tratamiento convencional”. 

En ASCO, Jason Westin, investigador principal de ZUMA-7 y director de Investigación Clínica de Linfoma y Profesor Asociado del Departamento de Linfoma/Mieloma del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, ha sido el encargado de revelar los datos. “Se trata del primer tratamiento en casi tres décadas que mejora significativamente la supervivencia global de pacientes con LBDCG primariamente refractarios o en recaída temprana y que, sin duda alguna, cambiará el SOC [estándar de tratamiento actual] en esta población de pacientes”, afirma.  

Sureda explica por qué este paso anunciado ahora es clave. “Los pacientes primariamente refractarios o en recaída temprana (en los primeros 12 meses) tienen un pronóstico muy pobre a largo plazo y los resultados con el trasplante autólogo no superan el 20% de pacientes vivos y libres de enfermedad. Estos pacientes constituyen una necesidad médica no cubierta y podrán beneficiarse ahora de la introducción de axi-cel en este ámbito”. Y en este sentido, Westin añade que “la totalidad de los datos de ZUMA-7 resultan convincentes para que axi-cel se use en cuanto los pacientes con linfoma B de células grandes recaigan o no respondan al tratamiento de primera línea”. 

Otra de las ventajas que destacan los investigadores que recoge Pilar Pérez de diario médico, es que el perfil de seguridad no ha cambiado. Los efectos secundarios son similares a los ya conocidos en  estudios previos y no ocurrieron nuevas muertes relacionadas con el tratamiento desde el análisis primario de supervivencia libre de eventos. El análisis principal de mostró que se produjeron efectos adversos de grado 3 o superior en el 91% de los pacientes tratados con axi-cel, en comparación con el 83% de los tratados con el tratamiento estándar. Entre los más frecuentes destacan la neutropenia (69% frente a 41%, respectivamente), anemia (30 % frente a 39%) y leucopenia (29% frente a 22%). 

Anna Sureda explica que “existe otro ensayo clínico prospectivo fase 3 que aleatoriza también en una relación 1 a 1 a los pacientes con LBDCG primariamente refractarios o en recaída temprana a recibir o bien una quimioterapia de rescate de segunda línea y consolidación posterior con un trasplante autólogo o bien a recibir otro constructo CAR-T autólogo anti-CD19 ( lisocel maraleucel)”, el ensayo Transform que también demostró ventajas significativas de la utilización del CAR-T autólogo frente a la estrategia terapéutica convencional.

“Tanto en el ZUMA-7 como en el Transform se demostró que la tasa de respuestas objetivas y de remisiones completas, así como la supervivencia libre de eventos era mejor en aquellos pacientes tratados con células CAR-T que en aquellos pacientes tratados con el tratamiento convencional”, puntualiza Sureda. Axi-cel está aprobado tanto por la FDA como por la EMA (agencias reguladoras en EEUU y Europa, respectivamente) y está siendo utilizado ya en vida real en EEUU y algunos países europeos). Liso-cel (acrónimo de lisocel maraleucel)  está aprobado por la FDA y ha recibido una opinión positiva por parte del Comité de Productos Medicinales para Utilización Humana (CHMP). “Los pacientes con enfermedad primariamente refractaria o en recaída temprana pueden ya beneficiarse de esta nueva estrategia terapéutica.”