Pinceladas de Asturias

El pasado mes de septiembre, el PSOE suspendió de militancia a Nicolás Redondo Terreros, uno de sus históricos dirigentes. La noticia le pilló comiendo con unos amigos y a punto de entregar a La Esfera de los Libros el manuscrito que este 15 de noviembre ha visto la luz.

Ahora, semanas después, podemos leer No me resigno. Populismo, nacionalismo y los retos del socialismo moderno, donde hace un repaso a su trayectoria de décadas en el País Vasco, su compromiso, la actualidad política, el futuro del PSOE y su expulsión del partido en el que militaba desde hace casi cincuenta años. Pero como el ex secretario general del Partido Socialista de Euskadi escribe en sus páginas seguirá «defendiendo lo que siempre he defendido: un legado democrático del que fueron protagonistas mis antecesores. Merece la pena. No me resigno».

A caballo entre las memorias, el ensayo y el manifiesto, Nicolás Redondo Terreros, una de las voces más autorizadas y coherente de nuestro país, hace un llamamiento a la cordura, un elogio a la España constitucional y una advertencia frente al embudo de crispación y sectarismo en el que parece precipitarse la política española. En su análisis del poderoso auge del nacionalismo y el populismo, que afecta a las democracias representativas en todo el mundo, constata un giro determinante: el PSOE, el único partido de la Transición que sigue en pie, protagonista de los años más constructivos de nuestra historia, hoy se encuentra reducido al cálculo electoral, sujeto a proyectos políticos identitarios e incapaz de proponer proyectos políticos integradores respaldados por la mayoría ciudadana.

UNAS PALABRAS DEL AUTOR SOBRE...

... el PSOE: «Después de un considerable periodo de «democracia directa», la pluralidad interna sencillamente se ha evaporado. El debate en el otrora vivo Comité Federal no existe. La política de alianzas la decide una sola persona, el secretario general. Las listas electorales, a través de un procedimiento complicado, terminan quedando también en manos del secretario general y su camarilla. Como un modelo de unidad soviética, el ejemplo más palpable de esta deriva fue el aplauso unánime de los diputados al actual secretario general, Pedro Sánchez, después de perder estrepitosamente las elecciones municipales y autonómicas de 2023».

... el populismo de Pedro Sánchez: «En aquel momento, su instinto de supervivencia nos mostró su verdad más íntima. En el momento culminante, cuando solo se dice la verdad, nos dijo la suya. Pedro Sánchez nos descubrió que estaba dispuesto a dar la batalla hasta el final, saltándose las convenciones y las normas. Supimos, porque nos lo dijo claramente, que manejaba con soltura y agrado el discurso populista contra los poderosos, cercano a los postulados “laclausianos” de Juan Domingo Perón. Nos estaba dibujando su posición ideológica sin trampa ni cartón».

... el PSOE y el nacionalismo: «Es paradójico que al bloque parlamentario de apoyo a la investidura de Sánchez se le catalogue como progresista. No lo puede ser de ninguna manera cuando lo integran partidos claramente integristas, con resabios carlistas, o formaciones cuyas referencias políticas nucleares se remontan más allá del siglo XVIII, reivindicando una España plurinacional que nunca existió y que en absoluto asegura la libertad, la igualdad y la prosperidad del conjunto de los ciudadanos de España». «Reformismo, vocación mayoritaria, autonomía ideológica, el futuro como referencia y una visión nacional del país. Aquellas eran las características del PSOE que protagonizó la política española hasta 1996. Lamento profundamente que esas características se hayan ido difuminando por el camino. Desde la elección de José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general de los socialistas, el partido fue perdiendo de vista la vocación mayoritaria y nacional —«La nación es un concepto discutible»—. También la determinación de no ser prisioneros del pasado».

... Yolanda Díaz: «El Gobierno, aprovechando su fuerza, había iniciado meses antes un proceso por el que se le retiraba a Podemos la respiración asistida y empezaba a alentar un experimento político de laboratorio alrededor de Yolanda Díaz. Los medios de comunicación, condicionados por el Ejecutivo, iniciaron una campaña de imagen con la líder gallega, mientras iban postergando hasta el oscurecimiento total a las representantes del partido de Pablo Iglesias. Ha sido sorprendente y un tanto vergonzoso ver cómo todos los resortes del poder se ponían al servicio de la nueva y abigarrada plataforma política, Sumar. El esfuerzo es más meritorio si tenemos cuenta que nadie como Yolanda Díaz en estos cuarenta años ha realizado esfuerzos tan intensos para demostrar sus limitaciones, lo que, desde mi punto de vista, le asegura un gran porvenir en la política española».

... Carles Puigdemont: «Durante demasiado tiempo hemos ridiculizado al fugado, convenciéndonos de sus limitaciones intelectuales, de su histrionismo, pero es evidente que hemos minusvalorado injustamente su terquedad, su ofuscación. Tal vez no exista una persona más peligrosa que aquella que adolece de dones apreciables, pero que tiene una idea, solo una idea, que le sirve para justificar toda su vida». «El protagonismo de Puigdemont, bendecido por el PSOE, es una impugnación irresponsable a toda la Transición, a la democracia española y al partido que yo he conocido. Que esto se haga con el silencio cómplice de la mayoría es decepcionante y doloroso».

... EH Bildu y Otegi: «Con los sediciosos catalanes no era suficiente para dar estabilidad al Gobierno, así que este tuvo que recurrir, primero a escondidas, furtivamente y avergonzados, al amparo parlamentario de EH Bildu. El partido heredero del proyecto político de ETA se había convertido en protagonista de la política española, y el Gobierno hacía de la necesidad de apoyos parlamentarios un ejercicio de crudo cinismo. Todo este proceso de legitimación de los albaceas de ETA se desarrolló sin gran escándalo en las filas socialistas, mientras que los de Bildu seguían sin acometer un examen crítico del aborrecible pasado de su matriz ideológica».

... su expulsión del PSOE: «Cuando uno de los comensales, al final de la comida, tuvo que acercarse al cuarto de baño, aproveché para dar la vuelta al móvil, en aquel momento silenciado, y me encontré con un gran número de llamadas y mensajes. Abrí el de la persona que vi primero y con el que tengo contactos más esporádicos, Albert Rivera. Me reenviaba la noticia de un medio digital anunciando mi expulsión del PSOE, supuestamente por denigrar las siglas del partido centenario. Sorpresa, cansancio y tristeza fueron los sentimientos que se entrecruzaron a galope». 

EL AUTOR Nicolás Redondo Terreros (Baracaldo, 1958) fue secretario general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) entre 1997 y 2001. Estudió Derecho en la Universidad de Deusto y comenzó su trayectoria política en las Juventudes Socialistas de España en 1975. Obtuvo un escaño por Vizcaya en el Parlamento Vasco en 1984. Coincidiendo con su etapa al frente de los socialistas vascos, fue nombrado secretario federal de Relaciones Institucionales en julio de 2000. Poco después de las elecciones vascas de 2001 dimitió de todos sus cargos en el partido por francas discrepancias con la nueva línea política del PSE-PSOE. Ese mismo año se convirtió en presidente de la Fundación para la Libertad. En los siguientes años ejerció su profesión como abogado y consejero de distintas empresas. Escribe habitualmente en los periódicos del Grupo Vocento y en El Mundo, entre otras cabeceras. También colabora en el programa Herrera en Cope. Ha sostenido su compromiso político con el constitucionalismo y los valores socialdemócratas y liberales en la plataforma La España que Reúne y el colectivo Fernando de los Ríos.