Sorprenden los diagnósticos cada vez más frecuentes de jóvenes que presentan a la vez cirrosis hepática, por el consumo de alcohol, y microcardiopatías, por el de cocaína.
España es uno de los países europeos con mayor consumo de alcohol y tres de cada cuatro estudiantes de 14 a 18 años reconocen haber tomado alcohol alguna vez en el último año, unos datos que explican la creciente incidencia de las enfermedades del hígado en edades cada vez más tempranas. Además, un nuevo tóxico ha entrado en escena, complicando aún más la situación. Se trata de la cocaína. España es, tras el Reino Unido, el país del mundo en el que más jóvenes entre 18 y 34 años la consumen: más del 5%
A los expertos les preocupa los resultados de esta suma, que, más que una suma, es una multiplicación de los daños para la salud, y además no suficientemente conocida. "Aunque se conocen bien los perjudiciales efectos para la salud de ambos tóxicos por separado, conocemos mucho peor el efecto conjunto de ambas sustancias", señala Ramón Bataller, director del Registro de Enfermedad Hepática por Alcohol (REHALC) de la AEEH.
Este hepatólogo que matiza que este desconocimiento se produce en parte por la propia metodología de la investigación médica, que siempre trata de aislar las causas de las enfermedades para precisar los efectos que provocan. La concurrencia del consumo de alcohol y cocaína y los cuadros que se empiezan a ver desde hace ya algún tiempo en personas cada vez más jóvenes que consumen ambos tóxicos invitan a realizar estudios de envergadura al respecto.
Los hepatólogos sugieren un peligro doble. Por un lado, por las consecuencias de este consumo conjunto, que hay que investigar más, pero de la que ya se tienen algunas sospechas. Así, sorprenden los diagnósticos cada vez más frecuentes de jóvenes que presentan a la vez cirrosis hepática (asociada a consumo de alcohol) y microcardiopatías (asociada a consumo de cocaína). Del mismo modo, hay indicios para pensar que el consumo continuado de ambas sustancias pueda estar detrás de las muertes súbitas de personas jóvenes sin una explicación clara.
Pero es que, además, y por otro lado, entre el consumo de alcohol y cocaína hay una retroalimentación peligrosa. Quiere decirse que el consumo de uno favorece el de la otra y viceversa. En presencia de alcohol, jóvenes en principio reticentes se desinhiben y la prueban. Inversamente, la cocaína es un gran estimulante que produce euforia e invita a prolongar fiesta y seguir bebiendo más y más. Con lo que el consumo conjunto incrementa también los daños individuales que cada una de estas sustancias produce para la salud.
De la íntima asociación entre el consumo alcohol y cocaína hay además datos fehacientes. Entre los jóvenes de 18 y 34, en nueve de cada diez casos, el consumo de cocaína va ligado al alcohol, por lo que al daño que causa el primer tóxico se suma el del segundo, de forma aislada y en combinación con aquél. Y eso es un gran riesgo, pero no el único. El otro gran riesgo es que esta puerta que se cruza desde la cocaína al alcohol se cruce en sentido inverso. De modo que muchos jóvenes que ahora solo beben alcohol acaben consumiendo también cocaína.
Los especialistas piden por ello una acción potente de las administraciones y de las familias para alejar a los jóvenes de esta cultura tóxica. Para Bataller, "ningún joven está libre de la exposición a la cocaína y en presencia de alcohol lo está mucho menos", quien lamenta que el consumo de alcohol está "normalizado entre los jóvenes y el de la cocaína cada vez más".
Hay una clara relación entre el trastorno mental y el consumo de drogas. Más aún, cualquier persona que está enganchada a alguna sustancia se considera que tiene un trastorno, según el director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, Celso Arango. De ahí que muchas de las patologías mentales graves asociadas al consumo puedan prevenirse. Por eso Arango destaca la importancia de la parte preventiva del plan antidroga.
Arango cree que es importante poner énfasis, especialmente, en la prevención, en base a toda la evidencia científica que existe. De ahí que considera importante informar a los jóvenes de los efectos perniciosos de las drogas. «La percepción que tienen los adolescentes del consumo de diferentes sustancias y del alcohol no es realista. Es muy grave ya que su consumo a largo plazo baja el cociente intelectual, provoca esquizofrenia, riesgo de depresión, ansiedad... La prevención es la mejor vía para frenar esta avalancha de trastornos mentales», añade.
Cocaína y alcohol
Se ha demostrado que existe una interacción muy peligrosa entre la cocaína y el alcohol. El consumo simultáneo de alcohol y cocaína es relativamente frecuente. Aproximadamente 8 de cada 10 personas que consumen cocaína beben alcohol de forma conjunta. Se trata de una combinación peligrosa que puede tener consecuencias desconocidas para la mayoría de los consumidores. Por eso, resulta imprescindible conocer que en presencia del alcohol el cuerpo transforma la cocaína en cocaetileno (una sustancia más tóxica que la cocaína).
Todos sabemos que el alcohol y la cocaína son perjudiciales. Pero consumir ambas sustancias al mismo tiempo es más peligroso todavía y puede provocar un desenlace fatal. Veamos con detalle como interaccionan estas sustancias en el cuerpo humano.
En presencia de alcohol, el cuerpo transforma la cocaína en tres metabolitos: cocaetileno, norcocaetileno y norcocaína. El cocaetileno es el más importante de todos, ya que inhibe la recaptación de dopamina (igual que la cocaína). Esto quiere decir que tiene un efecto sinérgico al de la cocaína. Por esta razón la sensación de euforia es más intensa al consumir alcohol y cocaína (aunque más breve). Esto suele provocar un aumento del consumo de cocaína, por lo que también aumentarán los efectos perjudiciales.
Aproximadamente el 17 por cien de la cocaína se transforma en cocaetileno en presencia de etanol. Cabe destacar que la toxicidad del cocaetileno es mayor que la de la cocaína. Es decir, la dosis letal (DL50) del cocaetileno (aprox. 60 mg/kg) es menor que la de la cocaína (aprox. 90 mg/kg). Además, su vida media es más larga (2 horas frente a las 1,3 horas de la cocaína), por lo que tarda más en eliminarse.
Los efectos cardiotóxicos del cocaetileno incluyen: aumento de la hipertensión, descenso de la función miocárdica y arritmias. Es decir, el cocaetileno aumenta la toxicidad de la cocaína. Por todos estos motivos, en la desintoxicación y tratamiento de la adicción a la cocaína debemos tener en cuenta la presencia de estas sustancias.
El alcohol y la cocaína son drogas frecuentes en entornos de ocio. Es habitual mezclar ambas sustancias ajenos al riesgo que supone el consumo simultáneo de ambas drogas. Aunque inicialmente ambas sustancias son euforizantes, realmente el etanol es una droga depresora. Podríamos decir que bebiendo alcohol es más probable aumentar el consumo de cocaína. Del mismo modo, tomando coca es más fácil beber alcohol sin notar la borrachera. El mecanismo es ciertamente peligroso: en presencia de etanol, la concentración de cocaína aumenta un 20 por cien. Como consecuencia, aumenta la cardiotoxicidad y las probabilidades de sufrir un desenlace fatal por sobredosis de cocaína.
La cocaína es una droga que genera más dependencia psicológica que física. El alcohol, en cambio, genera más dependencia física que psicológica.
Así ocurre que, se va adquiriendo tolerancia, tanto el estado mental como el físico, siempre pedirán más. Curiosamente, la combinación de alcohol y cocaína en el hígado provoca la aparición de una tercera sustancia, el cocaetanol, que incrementa la toxicidad, potencia los efectos de la cocaína y aumenta severamente el riesgo de padecer trastornos de tipo depresivo o muerte súbita.
Por supuesto, sin mencionar que el envío de esta constante de órdenes opuestas -de éxtasis y relajación- al cuerpo y a la mente, pueden hacer colapsar el corazón y dañar severamente el sistema nervioso.
El autoengaño y el engaño social.
Entre los adictos a estas sustancias, suelen sobrevolar varios mitos. Entre ellos, están quienes afirman que la cocaína aumenta el placer en las relaciones sexuales, aunque lo más probable es que lo que ocurra sea un problema de disfunción eréctil. Otros aseguran que “la coca” define un status social importante, pues para adquirirla se requiere importante nivel adquisitivo -ridículo-. Creer que se consigue un prestigio social a través del consumo de cocaína es, básicamente, un absurdo. Lo único que se consigue es la compasión del entorno y, con suerte, la de uno mismo.
Están por otra parte, quienes creen que por limitar estas mezclas explosivas únicamente a las fiestas y a los fines de semana, están exentos de la adicción. Nada más lejos. Las adicciones empiezan un día y siguen, independientemente de la frecuencia y las cantidades.
Abandonar las adicciones sólo tiene efectos positivos en el adicto y en sus entornos. Recuperarás tu concentración, tu humor, tu capacidad y tu rendimiento, naturalmente.